}
Free CursorsMyspace LayoutsMyspace Comments

sábado, 1 de noviembre de 2008

Recomendación

Hola a todos¡¡¡¡ Bueno voy a hablaros de una saga de 4 libros que me estoy leyendo ahora mismo. Sólo me he leído el primer libro titulado "Crepúsculo" y ahora estoy con el segundo titulado "Luna nueva". Nos habla de una historia de amor, de vampiros, hombres lobo, y una gran cantidad de temas. La verdad es que están muy bien y os los recomiendo. La autora es Stephenie Meyer.

Aquí os dejo la página principal de la saga:
http://www.alfaguarainfantilyjuvenil.com/crepusculo/



Y aquí un blog sobre todo lo relacionado con estos libros y su autora:
http://comunidadcrepusculo.blogspot.com/


Ahhh, también van a estrenar la película del primer libro el 5 de diciembre, lo digo por si os interesa jeje. Espero que os animeis a leerlos y que os guste como a mi y ya me contareis¡¡¡


Aquí teneis la portada del primer libro y el cartel de la película:



sábado, 25 de octubre de 2008

Poemas

Pues aquí tenéis los poemas de la primera persona que se ha puesto en contacto conmigo para inaugurar esta sección, espero que os guste¡¡¡¡

"En aquel día de primavera
nació una nueva era,
la era del amor prohibido,
del amor clandestino
Nunca pensé que pasaría,
que ese día tu me corresponderías.
Nuestras almas se abrieron formando un gran esplendor de luz.
Ahora se que la felicidad solo
la encontraré a tu lado,
pues tu eres mi gran amor.
El fruto prohibido
que llena mi corazón.
Tus palabras me hacen sonreír,
tus caricias vibrar,
tus deseos vivir,
y tu sola existencia me hace
llegar al cielo estando viva."

Anónimo

"En el cielo hay estrellas
que recuerdan a tus ojos,
tan brillantes, cálidos y hermosos.
En ellas veo tu sonrisa,
tan tierna y linda como ninguna.
Parece que veo como tu melena,
ondea mecida por la suave brisa.
Así como suaves eran tus caricias
y los te quiero que susurrabas entre brumas.
Anhelo esos momentos de perfecta intimidad,
cuando tu y yo nos amábamos,
sin temer a los demás.
La noche nos protegía
con su tremenda armonía,
la luna nos ofrecía
amor y pasión sin medidas.
Mi alma entera te ofrecía
y tu me correspondías.
Fueron tiempos mágicos
en los que nuestro amor inesperado
crecía y vivía plenamente sus días.
Un amor perfecto,
sin riñas ni celos,
solo tu miedo,
al rechazo de unos memos.
Ahora recuerdas esos momentos
y te reprochas a ti misma
haber sido tan cobarde
y dejar escapar al único amor que probaste.
Pero los pedazos de mi corazón
no te pueden perdonar
te di todo mi amor
y lo rechazaste sin mas.
Lo máximo que mi corazón
te puede dar es mi amistad
hasta que se cure
y pueda volver a amar.
Hasta entonces, vida mía,
tan solo te diré
que mi amor a escondidas
nunca mas te daré.
Si no puedes quererme
como yo te quiero a ti,
tu amiga seré y ahí estaré
pues prefiero tenerte como amiga
que no tenerte en mi vida.

Anónimo

Leyenda del sol y la luna

Hola a todos¡¡¡¡ Aquí os dejo un vídeo, de una leyenda sobre el sol y la luna que me gusta mucho y que espero que os guste. Para ver el vídeo más grande hacer clic encima del vídeo y os saldrá el enlace de youtube. Espero de verdad que os guste porque es muy bonita. Besos¡¡¡

Respuesta a vuestros comentarios

Hola Sara¡¡¡¡ Me encantaría que me mandases historias en cuanto tengas tiempo claro jeje Muchas gracias por querer participar en mi blog, besos¡¡¡¡

martes, 21 de octubre de 2008

Vuestros relatos¡¡¡¡¡

Hola a todos¡¡¡¡ Voy a abrir una nueva sección. Es una sección en la que publicaré vuestros relatos e historias. Para ello tendréis que meteros en mi perfil para poder ver mi e-mail y así poneros en contacto conmigo, me mandais vuestro relato y yo lo publicaré en el blog para que la gente lo vea. También pueden ser poesías, cuentos, o lo que querais vale? Es una forma para fomentar la escritura, y espero que querais colaborar. Como seguro que comprendeis, las historias no pueden ser demasiado largas. Gracias a todos¡¡¡

Respuesta a vuestros comentarios

Gracias Eva¡¡¡¡ Me alegra mucho que te guste el blog. Yo he entrado a uno de los tuyos y mencanta¡¡¡ Besos guapa

sábado, 18 de octubre de 2008

LIBROS INFANTILES


Bueno, hoy os voy a hablar de métodos que os pueden servir en el aula de infantil para que los alumnos comiencen a familiarizarse con la lectura, y libros para el segundo ciclo de infantil y el primer ciclo de primaria . Espero que os resulte útil¡¡¡¡








-Aprende a Leer con Pipo 1
Mi primera aventura: Aprende a leer con Pipo, es un método interactivo y progresivo para aprender a leer. Además es un método flexible que permite ser adaptado a las diferentes metodologías de los maestros, y a las diferentes capacidades de los niños. con las letras

Para más información sobre este método interactivo visitar esta página: http://www.pipoclub.com/espanol/pipo7/home.htm




-Este libro se titula "Alba tiene un amigo muy especial" escrito por Laura Gallego García: Las hermanas Alba y Clara vuelven de nuevo a las andadas en este cuento dirigido a niños de 3 a 6 años.



Podéis encontrar más información sobre este libro en la página que aparece en el apartado "Mi refugio", dentro de la página ir al apartado libros publicados y allí encontrareis este libro y muchos otros de interés.










  • Este cuento se titula: " ¿Dónde está Alba?, también de Laura Gallego García, y también podéis encontrar más información sobre él en la página y sección dichas anteriormente. Es un cuento para los más pequeños sobre las rivalidades entre hermanos.







-" El cartero de los Sueños" de Laura Gallego García. Un cuento para niños sobre el cartero que todas las noches vuela de ventana en ventana dejando cartas que contienen sueños hermosos…



Para más información entrar en la página de "Mi refugio".





"Un fantasma en apuros" de Laura Gallego García. Un cuento infantil sobre ogros y fantasmas, recomendado para niños de 5-6 años.


Ir a la página de "Mi refugio", sección "libros publicados" y encontrareis más información.



Y por último, "Max ya no hace reír", también de Laura Gallego García, ya sabéis donde tenéis que entrar para más información. Un cuento para los más pequeños sobre un payaso que tiene un problema muy gordo..

En la página de Laura, sección libros publicados, además de estos libros infantiles, encontraréis libros juveniles que también os recomiendo para vuestra propia lectura o para alumnos de la E.S.O. Espero que os resulten interesantes. Gracias¡¡¡

viernes, 17 de octubre de 2008

PERDIDA


Estaba perdida.
O, al menos, eso le pareció a Manuel.
Llevaba un buen rato observándola con desconfianza, esperando que se marchara sin causar problemas. Era la víspera de Navidad, y de momento la tarde se estaba desarrollando sin incidentes. Pero aún quedaba un rato antes de que las tiendas empezaran a cerrar, y toda la noche por delante.
Estaba de mal humor. Le había tocado trabajar en Noche buena, y aquella extraña muchacha que iba de un lado para otro haciendo cosas raras no contribuía a mejorar su estado de ánimo. Parecía una indigente, aunque no molestaba a los clientes pidiendo limosna, ni tampoco estaba buscando comida, o al menos a Manuel no le dio esa sensación. Vagaba desorientada por el centro comercial, un maremágnum de gente, de ruidos… de luces.
Las luces le llamaban la atención. Bombillas multicolores en los escaparates de todas las tiendas, disfrazando los muros de los grandes almacenes en un mosaico que atrapaba su mirada una y otra vez.
Y daba unos pasos en una dirección, hacia el brillante cartel que anunciaba “Feliz Navidad” sobre la puerta de una tienda de moda; pero se detenía a mitad de camino, y entonces daba media vuelta y avanzaba con timidez hacia un Papá Noel que presidía otro de los escaparates, y cuyo gorro rojo estaba cuajado de bombillas que, de nuevo, atraían su atención. Se daba cuenta entonces de que no era eso lo que buscaba, y seguía dando vueltas, desconcertada y confusa. Manuel observaba sus pasos vacilantes, desde su puesto cerca de la entrada principal del edificio. No sabía si echarla o no. De momento, la chica no hacía nada malo.
Llevaba ya muchos años trabajando como guardia jurado, y por norma general no intervenía si no lo consideraba necesario. Aunque eso no impedía que estuviera alerta, vigilando con atención a todo el que pudiera causar algún conflicto en un momento determinado.
Deseó, de todas formas, que la chica se cansase de dar vueltas por allí y se marchara a cualquier otra parte. Lo último que quería era tener problemas la víspera de Navidad.
La gente andaba muy atareada aquellos días. Todos con prisas, de una tienda a otra, eligiendo regalos, cargados con bolsas, y con aquel aspecto agobiado. Algunos sí se habían quedado mirando a la chica que deambulaba desorientada por los pasillos; contemplaban, con lástima o con reprobación, sus ropas ligeras, viejas y gastadas, sus pies descalzos. Pero sus ojos resbalaban sobre ella y la olvidaban enseguida, hechizados por las luces, la música, el ajetreo de la zona comercial. Si la hubieran observado con atención, se habrían dado cuenta de que aquella muchacha no parecía sentir frío, y apenas era consciente incluso de que llevaba ropa encima. Vestía de forma descuidada, como si cubriera su cuerpo más por imitación que por verdadera necesidad de taparse. Eso intrigaba a Manuel. ¿De dónde habría salido aquella muchacha? No pasaría de los diecisiete o dieciocho años; y, sin embargo, parecía actuar como una niña de cinco. La vio sentarse en un rincón, exhausta, y echar un vistazo desalentado a su alrededor. Daba la sensación de que ni siquiera sabía cómo había llegado hasta allí. La atraían las luces, eso estaba claro. Era como si buscase una en particular, pero no la encontrase en medio de aquel estallido de reflejos y destellos.
Manuel sacudió la cabeza, perplejo. Abandonó su puesto junto a la puerta para acercarse un poco más a ella y vigilarla discretamente desde la entrada de la pizzería. Prefería no perderla de vista, y, por otro lado, si ella se daba cuenta de que el guardia estaba pendiente, tal vez se pusiera nerviosa y se marchara.
No obstante, la muchacha no hizo nada de eso. Permaneció allí, sentada en el suelo, abatida, y no le prestó más atención que al resto de las personas que recorrían el centro comercial.Alguien dejó caer una moneda frente a ella. Manuel pensó que tal vez sí había ido a mendigar allí. En tal caso, se dijo, tendría que echarla.
De nuevo, la actitud de aquella chica lo sorprendió. La vio coger la moneda y contemplarla con curiosidad y cierta perplejidad, como si no supiera qué clase de objeto era aquél. La olió y hasta se arriesgó a mordisquearla. Descubrió, obviamente, que no era comestible, y la tiró a un lado, con indiferencia, un poco decepcionada. Una señora, que la observaba, exclamó:
—¡Será desagradecida!
Manuel empezaba a pensar que la muchacha simplemente estaba loca. Tal vez se había escapado de algún psiquiátrico. Se retiró un poco para hablar con uno de sus compañeros a través del walkie:
—Oye, Luis, que tengo a una tía un poco rara por aquí.
—¿Cómo de rara?
—Pues parece una indigente, pero hace cosas que… Más que una chica parece un perrillo perdido, va de un lado a otro un poco despistada… No sé si tirarla, macho, es que me da pena. Fuera se va a congelar de frío, y de momento no da guerra.
—Ya, pues como la vean los jefes… A los chuchos perdidos también los echamos, por muy bien que se porten, ¿no?
—No te pases, tío, que es una mujer, no un perro.
—¿Le has dicho algo?
Manuel abrió la boca para contestar, pero se calló lo que iba a decir: que no quería acercarse mucho a ella por temor a asustarla. Pensó que aquello era un poco estúpido, de todas formas.
—No, ahora voy.
Cortó la comunicación y se acercó a la muchacha, inseguro.
Entonces vio que de pie, junto a ella, se había detenido una niña que parecía una mullida pelota, envuelta en un grueso abrigo rosa, con un gorro y una bufanda que le tapaban la cara casi por completo, dejando ver solamente unos expresivos ojos castaños.
Las dos se miraron. La chica perdida sonrió a la niña y le tendió la mano, tal vez ofreciendo su amistad, tal vez implorando ayuda. La niña nunca llegó a saberlo, porque su madre tiró de ella para alejarla de aquella extraña joven. Manuel oyó aún su voz, protestando:
—¡Era un ángel, mamá!
No pareció que la muchacha entendiera sus palabras ni se diera por aludida. Manuel la contempló un momento.
Un ángel…, qué imaginación tienen los niños. Pero Manuel pensó de pronto, que, desde luego, aquella chica resultaba lo bastante peculiar como para no parecerse a ninguna otra que hubiera conocido.
Se inclinó junto a ella; la muchacha levantó la cabeza para mirarlo con unos enormes ojos oscuros, abiertos de par en par, curiosos y sin asomo de temor.
—¿Te has perdido? —le preguntó Manuel, con el tono de voz que habría utilizado para hablarle a un niño pequeño.
Aun así, la muchacha lo miró sin comprender.
“Vaya por Dios”, pensó el vigilante. “No habla mi idioma”. Seguramente sería una de esos inmigrantes que venían de Europa del Este o de algún sitio similar. Lo intentó de nuevo, gesticulando mucho:
—¿Tienes hambre? ¿Quieres comida?
Calló enseguida, sintiéndose ridículo. La chica lo contemplaba fascinada y divertida, con sus grandes ojos fijos en la boca de él, como si le resultara chocante oír salir de ella aquellos sonidos tan curiosos. Definitivamente, o estaba loca o era muy, muy rara.
—Bueno, espera aquí —farfulló—. Veré si puedo traerte algo de comer, ¿vale?
Ella le dedicó una radiante sonrisa, que iluminó su rostro sucio y cansado.Veía algo en ella, tal vez ingenuidad, inocencia… algo encantador, diferente, que hacía que Manuel sintiese ganas de protegerla.
La dejó allí, sentada en el suelo, y se dirigió a la bocatería más cercana.
Cuando volvió a salir, momentos más tarde, con un bocadillo de jamón y un botellín de agua, la chica se había marchado.
Maldiciendo por lo bajo, Manuel recorrió todo el pasillo, buscándola, hasta desembocar en la plaza principal del complejo.
El centro comercial estaba construido en torno a un inmenso árbol centenario que no habían derribado porque los ecologistas de la región pusieron el grito en el cielo. De manera que allí se quedó, y las tiendas crecieron en torno a él, dejándolo en el centro del complejo, como punto de referencia. Ahora estaba engalanado con todas las luces y adornos de Navidad, y una enorme estrella relucía en su rama más alta.
Y la extraña chica estaba allí, al pie del árbol, contemplando, extasiada, aquella orgía de luces, luces rojas, azules, verdes, amarillas… todas tan brillantes, que parpadeaban, y se encendían, y se apagaban, y bañaban su rostro con su suave resplandor.
Manuel se detuvo a pocos pasos de ella y la miró. Se leía en su expresión una huella de profunda nostalgia, como si el árbol, o las luces, o tal vez ambas cosas, le recordaran a algo perdido tiempo atrás, que añorara con todo su ser. Alzó la mano, maravillada, y rozó las ramas bajas con profunda ternura. Después tocó una de las luces rojas con la punta del dedo, con precaución, como si esperara quemarse. Pareció sorprendida al comprobar que no era así.
Cogió la bombilla con los dedos y tiró de ella. Se resistía a separarse del árbol, por lo que tiró con más fuerza. Contempló, fascinada, la sarta de luces que salían detrás de la primera.
Manuel reaccionó y se apresuró a acercarse a ella.
—¡Eh, eh! ¿Qué haces? ¡Deja eso!
La muchacha lo miró sin comprender, e insistió en tirar de las bombillas. Manuel la agarró del brazo y trató de arrebatarle las luces. La chica gimió, angustiada, y se debatió con la desesperación de un animalillo atrapado en una trampa. Manuel la soltó, un poco intimidado. Ella dio un fuerte tirón y echó a correr, llevándose la ristra de bombillas detrás.
Manuel corrió tras ella, enfadado y desconcertado. Algunas personas se habían parado a contemplar la escena, y el vigilante se sintió muy ridículo y furioso consigo mismo por no haber echado a aquella chica del centro horas atrás.
Al cabo de unos momentos se detuvo, frustrado. La había perdido de vista.
No volvió a toparse con ella en toda la tarde, y abrigó la esperanza de que se hubiera marchado.Aquel día, las tiendas cerraban mucho antes que de costumbre. Manuel asistió, con amargura, a la marcha de los clientes y de los dueños de los comercios, que regresaban a sus casas para celebrar la Noche buena, y los envidió en silencio.
Cuando el centro comercial quedó en calma, solitario y a oscuras, Manuel hizo una nueva ronda por los pasillos. Le dolía la cabeza, seguramente a causa de aquel disco de villancicos que había estado sonando por megafonía toda la tarde, machaconamente. Se consoló pensando que una de las ventajas de hacer el turno de noche era que no tendría que soportar aquella música.Estaba pensando en ello todavía cuando volvió a ver a la chica.
La descubrió al pie del árbol centenario, bailando en torno a él. Manuel se quedó mirando, fascinado, cómo sus gráciles pies descalzos se deslizaban sobre las raíces sin tropezar con ellas, casi como si flotaran. Contempló sus movimientos, aquella danza salvaje y exótica que no se asemejaba a nada que hubiera visto antes, pero que parecía tener su propio ritmo, el ritmo de todas las cosas, un ritmo que incluso los latidos del corazón del vigilante parecían seguir. Todavía estaba enredada en la sarta de bombillas que se había llevado un rato antes, y resultaba una imagen chocante, con su cabello flotando en torno a ella, bailando, envuelta en inútiles bombillas apagadas. Debería ser un espectáculo grotesco, y no lo era; la chica debería parecer ridícula, pero Manuel la encontró más encantadora que nunca.
Y entonces vio, turbado y estupefacto, cómo ella se arrancaba las bombillas, deshaciéndose de ellas como de un molesto estorbo, y acto seguido se quitaba la ropa, sin dejar de bailar, hasta quedar desnuda bajo las luces del árbol de Navidad.
“Ahora sí que sé que está completamente loca”, pensó Manuel, aturdido, sin saber muy bien si acercarse o no a ella.
Sin embargo, enseguida sucedió algo que lo hizo decidirse: porque, antes de que Manuel se diera cuenta, la chica se abrazó al tronco y comenzó a trepar por él con envidiable agilidad.
—¡Eh! —le gritó él, perplejo y alarmado—. ¡Baja de ahí! ¡No puedes hacer eso!
La muchacha no lo escuchó. Estaba ya a una altura considerable e iba directa a la estrella que brillaba en lo alto del árbol. “La luz”, pensó Manuel. Estaba claro que era eso lo que le llamaba la atención; pero estaba demasiado alta, era una locura. Maldiciendo por lo bajo, corrió hacia allí y se dispuso a trepar tras ella para obligarla a bajar.
Al llegar junto a las raíces descubrió, estupefacto, algo extraordinario: de la tierra nacían docenas de pequeñas flores blancas, flores que antes no estaban allí, que parecían haber brotado bajo los pies descalzos de la muchacha perdida que había estado bailando, momentos antes, en torno al árbol centenario.
“Estoy soñando”, se dijo Manuel, muy confuso. Pero la chica seguía trepando por las ramas, y se concentró en detenerla como fuera, antes de que resbalara y cayera al suelo.
Nunca llegó a saber cómo demonios consiguió alcanzarla. El árbol era enorme y altísimo y, aunque no resultaba difícil ascender por sus ramas, sí era peligroso. Sin embargo, Manuel fue sin dudarlo en pos de la muchacha perdida, y logró agarrarla por el tobillo cuando ella ya alcanzaba la estrella.
—¡Baja de ahí! —le gritó, aun a sabiendas de que ella no podía entender sus palabras; esperaba, al menos, que captase la intención—. ¡Vas a hacerte daño!
Ella apenas lo escuchó. Cogió la estrella y tiró de ella.
—¡No, no hagas…! —empezó Manuel.
Demasiado tarde. La estrella chisporroteó y se apagó. La chica la dejó caer, indiferente; el objeto chocó contra el suelo, varios metros más abajo, y se rompió en mil pedazos.
En esta ocasión, Manuel no dijo nada.
Porque la muchacha se había encaramado a la rama más alta y miraba hacia lo alto, y su rostro mostraba una dulce y radiante expresión de éxtasis, como si hubiera encontrado algo largamente anhelado. Manuel comprendió enseguida qué había atrapado su atención.
Era la luna, su tenue disco plateado presidiendo el cielo.
La luna, que relucía sobre ellos, bañando sus rostros y el cuerpo desnudo de ella. La muchacha dejó escapar un curioso sonido, entre gorjeo, risa y gemido. Sacudió el pie, y Manuel le soltó el tobillo.
—¿Es la luna? —le preguntó, sintiéndose, sin embargo, un poco estúpido—. ¿La luna es la luz que estabas buscando?
Ella no contestó. Seguía contemplando la luna como si fuera lo más hermoso que hubiera visto jamás. Y, en su expresión de júbilo, Manuel vio reflejada su propia añoranza, algo que había estado oculto en su corazón, la luz de la luna, de aquellas estrellas que tachonaban el cielo, y que las luces artificiales de la ciudad se esforzaban tanto por ocultar.
Volvió a la realidad cuando ella se puso en pie sobre la rama, aún con los ojos fijos en la luna, y abrió los brazos.
Manuel entendió enseguida lo que iba a hacer.
—¡NO! —pudo gritar, antes de que ella diera un salto y se arrojara al vacío, como una hoja en otoño.
Manuel se lanzó hacia adelante, manoteó en el aire, tratando de agarrarla antes de que cayera. Consiguió abrazarla. Pero perdió el equilibrio, y tuvo la suerte de que una rama lo retuviera allí y le impidiera caer al suelo.
Se dio cuenta entonces de que ya no tenía entre sus brazos a la chica perdida. Jadeó, atónito y aterrado, al ver lo que estaba aferrando: una piel, una piel humana, la piel de la muchacha, que ahora no parecía más que un inútil disfraz desinflado. Con un pequeño grito de horror, Manuel dejó caer aquella piel, que se deshizo entre sus dedos, transformándose en un fino polvo dorado. Sintiéndose inmerso en un extraño sueño, el vigilante, todavía temblando entre las ramas, miró en torno a sí.
Y entonces, la vio.
Estaba suspendida en el aire, frente a él. La luz de la luna bañaba su verdadero cuerpo, luminoso, sobrenatural; sus delgadas alas transparentes, que temblaban a su espalda como gotas de rocío; sus inmensos ojos rasgados, negros, todo pupila, tan profundos, sabios, eternos, que lo miraban fijamente. Manuel no se atrevió a moverse. La contempló, fascinado, preguntándose si estaba soñando.
La criatura rió, feliz, y fue una risa cantarina y musical, que coreó el susurro de la brisa en las hojas del árbol centenario. Se acercó un poco más al vigilante, que quiso retroceder, intimidado, pero no fue capaz. Y depositó un suave beso en los labios de él, apenas un roce, y después, hizo vibrar sus alas y echó a volar.
Manuel la vio dar un par de vueltas en torno al árbol, quizá para despedirse, jugando con las ramas, acariciando sus hojas, fluyendo en el aire nocturno como un suave aroma arrastrado por el viento; y después la contempló, maravillado, mientras se elevaba sobre el centro comercial hacia el cielo nocturno, como una estrella fugaz que regresara a lo más profundo del cosmos.
Y ella desapareció, de vuelta a su hogar, dondequiera que éste estuviese. Y de aquella noche no quedó más que el círculo de flores que nacieron en pleno invierno, en el corazón del centro comercial, en torno al árbol centenario, bajo los pies del hada que había bailado allí, a la luz de la luna.
Y Manuel se acurrucó allí, entre las ramas, y lloró como un niño.

© LAURA GALLEGO GARCÍA

Este es un relato de Laura Gallego García, que podeis encontrar en la página web situada en la sección "Mi refugio". Podeis encontrar este relato y muchos otros en la sección de lecturas de su página web. Espero que os guste¡¡¡¡¡

Respuesta de comentarios

Hola a todos¡¡¡¡ Gracias a Belén y a isanajulia por sus comentarios. Muchas gracias por votarme y me alegra que os haya gustado el blog a las dos. Anita ya veré tu blog cuando deje de estar en construcción, que seguro que te queda muy bien. Muuchas gracias a las dos¡¡¡ Besos¡¡¡¡¡

miércoles, 15 de octubre de 2008

Frases de Paulo Coelho


"Somos responsables por todo lo que sucede en este mundo. Con la fuerza de nuestro Amor, de nuestra voluntad, podemos cambiar nuestro destino y el de mucha gente". As Valquírias

"No importa lo que haga, cada persona en la Tierra está representando el papel principal de la Historia del mundo. Y normalmente no lo sabe". El Alquimista

"La energía de la tierra necesita ser renovada. Las ideas nuevas necesitan espacio. El cuerpo y el alma necesitan nuevos desafíos". Maktub

"El amor es el único puente entre lo visible y lo invisible que todas las personas conocen. No te preocupes en explicar emociones. Vive todo intensamente y guarda lo que sentiste como una dádiva de Dios. Si crees que no vas a conseguir aguantar en un mundo donde vivir es más importante que entender, entonces desiste de la magia.
Tú nunca serás mía; y, por eso, te tendré para siempre". Brida

"Cada ser humano tiene dentro de sí, algo mucho más importante que él mismo: su Don". Brida

"El duelo con la bestia solo puede acabar cuando uno de los dos consiga la victoria sobre el otro. Él volverá a aparecer. Esa próxima vez, trata de llevar la lucha hasta el final. De lo contrario, su fantasma será tu preocupación por el resto de tu vida". Diario de un mago


Hola a todos otra vez¡¡¡ Como vereis he añadido imágenes y más cosas al blog. Uno de los apartados nuevos, llamado Mi refugio, es la página de mi escritora favorita, Laura Gallego García. Gracias a sus libros me enamoré de la lectura, Finis Mundi, uno de sus libros, fue el primer libro que me leí, y desde entonces no he podido parar. Sus libros te sumergen en un mundo distinto lleno de magia y fantasía, y en su página se puede encontrar relatos publicados en periódicos, libros infantiles, entrevistas, y muchas más cosas que, para quienes les guste la lectura, son muy interesantes y os recomiendo que entréis y le echéis un vistazo. Besos a todos los soñadores¡¡¡¡¡

martes, 14 de octubre de 2008

Bienvenidos a mi blog¡¡¡¡

Hola a todos¡¡¡¡¡ este es mi blog, todavía no tiene nada ni lo he personalizado, pero bueno poco a poco. Como podeis ver mi blog se llama leer es soñar, y en la dirección pone leeraprendervivir, eso es lo que para mi significa la lectura, y lo que me aporta. Espero que a través de este blog os contagie mi pasión por la lectura así como daros ideas de algunos libros que podais utilizar en el futuro. Espero que os guste ¡¡¡¡ Saludos a todos¡¡¡¡